Diagnóstico de la metrorragia

La metrorragia es uno de los trastornos que más suelen presentarse en la mujer, y supone sangrados vaginales fuera de los ciclos menstruales regulares. En vista de que representa un fenómeno anormal, es importante asistir a consulta médica para recibir el diagnóstico de la metrorragia y poder, a partir de ello, determinar un tratamiento.

Diagnóstico de la metrorragia

En primer lugar, frente a un sangrado irregular, lo primero es verificar que el mismo no proviene del recto o de la orina sino de la vagina. Para ello, puede recurrirse a la inserción de un tampón para corroborar si el problema se origina en el cuello uterino o en la región del útero, o si encuentra más bien en alguna otra zona de la vagina. Igualmente, es oportuno para conocer el nivel de la hemorragia.

El profesional de la salud llevará a cabo diferentes estudios y pruebas para detectar la causa que ha producido la metrorragia. Un análisis sanguíneo será necesario para verificar si existe o no un desbalance hormonal.

Asimismo, pueden necesitarse otras pruebas, tales como ecografías, biopsias de endometrio, histeroscopias, pruebas de embarazo, cultivos cervicales e incluso la prueba de Papanicolau para llevar a cabo el diagnóstico de la metrorragia.

Por otra parte, el médico también podrá solicitar chequeos diarios realizados por el paciente, a fin de conocer qué días se producen sangrados y, con base en esto, completar el análisis.

Qué hacer luego del diagnóstico de la metrorragia

Si el diagnóstico de la metrorragia ha resultado positivo y se conoce la causa de la misma, el tratamiento deberá ser especialmente diseñado a partir de ello.

En los casos de desequilibrios hormonales, puede recetarse el uso de progesterona y estrógenos para regular tales niveles y prevenir, de esta forma, las pérdidas de sangre.

Si se debe a infecciones de transmisión sexual, los medicamentos para las ETS también serán recomendados. Por otra parte, si el diagnóstico de la metrorragia arroja que se debe al uso de anticonceptivos, la suspensión de la píldora o su sustitución serán la solución.

Finalmente, puede necesitarse cirugía si el problema se debe a pólipos o tumores uterinos.

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